Una práctica ceñida de misterio y fe. Dos mundos fusionados, que a pesar de su distancia y contraste, están unidos por bellos recuerdos con toques de apego. El amor puro que encierra la tradición transforma el duelo de la pérdida en una mágica esperanza, que te permite un encuentro agudo de paz y felicidad.
La noche de muertos se convierte en una asombrosa noche, en donde la esfera celeste abre sus puertas permitiendo la salida de aquellas personas que añoras. En ese lapso tienes la posibilidad de brindarle a tu ser amado todo aquello de lo que disfrutaba, en un colorido altar compuesto de filigranas de papel de china, veladoras, copal, flores de Xempaxuchil, típicas calaveras de dulce y toda clase de alimentos y bebidas que eran del gusto del difunto; se lo ofreces con el anhelo de que este sepa que aún permanece en tu mente y corazón, y a pesar de que no lo ves físicamente, percibes su presencia y ese momento es sublime.
En algunas zonas del estado de Michoacán (Lago de Pátzcuaro, Isla de Janitzio, Lago de Zirahuén entre otras), en esta fecha, antes de la media noche las mujeres y los niños, se dirigen en silencio al cementerio, llevando consigo ofrendas para sus muertos y ahí sobre las tumbas, rodeado de cigarros, café, frijoles, tortillas, pan, chocolate, cañas, naranjas, limas, plátanos, tamales, corundas, tejocotes, sopa de arroz, moles, plátanos, cacahuates, tequila y/o mezcal, imploran descanso eterno para las almas y prosperidad para los que aún permanecen vivos.
La celebración es el roce espiritual entre las ánimas y los vivos; un culto a los ancestros, en donde el acto es la velación de muertos en el panteón de las distintas poblaciones, allí las velas de ceras encendidas visten de magia aquel campo santo. Estos días están consagrados a la memoria de los fallecidos queridos, y pasan la noche del primero y el día del segundo de noviembre en aquel sagrado recinto.
Para los purépechas (indígenas que habitan parte de Michoacán), esta festividad tiene doble significado, el fin del ciclo agrícola o el de la producción de la tierra, y también el fin de ciclo del hombre.
La tradición se ha extendido a la población mestiza en las ciudades, en donde en las escuelas y museos recrean esta costumbre al hacer un altar homenajeando a personajes importantes y presentándose concursos de aquellas ofrendas de muertos.
También en Morelia se halaga este acontecimiento, realizándose un festival de Cultura de la Muerte, en donde durante todo el mes de noviembre hay expresiones artísticas referidos a este tema.
La “Noche de Muertos” tiene una fama internacional, particularmente por las costumbres michoacanas, y es por ello que ha sido proclamada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Existen tantas razones para integrarte a esta costumbre, Michoacán te invita a vivir esta interesante experiencia, en donde los años la han ido dedicando como una de las más hermosas.
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