Muestra Michoacán un rostro de identidad y riqueza en el Palacio de Bellas Artes
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Una noche histórica para la vida cultural de Michoacán protagonizó la K’uinchekua, (Fiesta Grande de Michoacán), en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México donde se llevó a cabo el convite entre los 200 artistas michoacanos que ante más de mil asistentes al Palacio de Bellas Artes, demostraron la riqueza multicultural de los pueblos indígenas y mestizos de Michoacán que siguen sorprendiendo al mundo.
Durante dos horas, los embajadores de la cultura tradicional de Michoacán deleitaron a los asistentes con una gran fiesta que se vistió con la luz y el color de las expresiones culturales y artísticas de las regiones de tierra caliente, costa nahua, occidente y centro del estado a través del baile y la música de arpa y tamborita; de las danzas de conquista de los nahua, de los compases al ritmo del carnaval y de las mojigangas que dieron lugar a la K’uinchekua, 25 años después de haberse mostrado por primera vez en el emblemático recinto cultural capitalino.
Ante la invitación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Gobierno del estado de Michoacán a través de la Secretaría de Cultura sumó esfuerzos con los pireris, orquestas y danzantes de todas las regiones que recogió la K’uinchekua, para ofrecer un evento artístico que resultó exitoso pues logró no sólo reflejar a través de su presentación lo que significan hoy en día las expresiones culturales de la entidad, sino también mostrar un rostro poco conocido por la población citadina que acudió el pasado sábado al recinto de Bellas Artes.
“Me siento muy contento, muy satisfecho, creo que el esfuerzo que se hizo en muy corto plazo para que hubiese el mejor escenario posible, se logró muy dignamente pues se aprovechó la tecnología frente a la autenticidad de las expresiones y la verdad estoy muy emocionado” fueron las palabras del secretario de cultura de Michoacán, Jaime Hernández Díaz, al término del evento que reflejó lo bello que también tiene el estado de Michoacán.
Asimismo, el funcionario, quien asistió en representación del gobernador de Michoacán, Leonel Godoy Rangel, y quien estuvo acompañado por titulares y funcionarios del gabinete estatal como la secretaria de Turismo, Telma Aquique; destacó que la imagen del Michoacán violento fue reivindicada con este magno evento que ya esperaba desde hace años una oportunidad para presentarse en Bellas Artes.
“Esta función es muy importante en momentos y circunstancias tan difíciles como las que se viven, es una muestra de que Michoacán es una tierra de hombres de bien, dedicados a la vida productiva, a la cultura y las artes. Creo que es una muestra del Michoacán que quisiéramos que apareciera siempre y es una contribución también para que logremos superar los problemas que tenemos”, expresó Hernández Díaz.
Sin duda alguna, las expectativas se lograron a plenitud, pues la Fiesta Grande de Michoacán, recibió varias expresiones -durante el espectáculo- de orgullo de sus pueblos a través de los ¡vivas! de los espectadores como respuesta a los rasgos que hoy en día forman parte de la vida cotidiana, rituales, ceremonias religiosas y paganas de la población p´urhepecha y terracalentana como dos de las comunidades indígenas con mayor vigor entre sus habitantes quienes en los últimos años han volcado su fortaleza identitaria y unión en sus propios festivales y encuentros .
Así, la Fiesta Grande de Michoacán, bordeó cronológicamente en 17 cuadros, el rostro indígena y mestizo de su cultura, la mezcla del sincretismo de la época prehispánica y de la conquista, al recorrer su vasta historia desde la procesión de las Uananchas hasta la representación carnavalesca del torito de petate.
Igualmente con la participación de las agrupaciones musicales se rindió un homenaje a la Pirekua, esa creación poética y musical que manifiesta los sentimientos y filosofía de vida que refleja la cosmogonía purhépecha, y que en esta presentación en la ciudad de México ocupó un lugar especial por su reciente reconocimiento como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.
Al término de la K’uinchekua, se ofreció a cada uno de los espectadores, dulces tradicionales y juguetes populares.
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